Muy obedientemente, ella apareció en el portón, tal como Harry le había ordenado. Lucía un cutis terso y una adorable sonrisa que por poco inspira un poco de remordimiento en el pervertido Harry. Ese sentimiento desapareció cuando recordó el sostén bien puesto a resguardo en su mochila, y el lindísimo calzón rosa mojado de su intimidad en el bolsillo. La tomó de la mano y la llevó a su casa. Durante todo el trayecto, ella no dejó de sobarle el duro paquete en los pantalones, y el cobrador pareció notar la falta de pudorosidad de ella, ya que les dejó de cobrar cuando ella accedió a dejar abiertas las piernas todo el camino. Lo siguiente que supo fue que el agua caliente de su ducha caía sobre su glorioso cuerpo, las manos jabonosas sobre su esbelta figura, espumosas de jabón, acariciando sus pechos y todas sus partes privadas. Harry la veía extasiado con una cámara de video en las manos. No lo pudo soportar más y se quitó la ropa, entrando con ella en la ducha.

Tantas veces él había soñado con esta ocasión que no supo responder. Se limitó a acorrarla contra la pared y besarla como tantas veces lo había hecho en su imaginación, sintiendo como su erecto y mojado pene se despertaba, rozando sus muslos empapados, su cabeza cercana a la vagina de su musa. Pasó las manos por su larga y hermosamente humedecida cabellera, su firme y generoso culo, y la sensación del agua en los pechos de ella, apretados fiememente contra su cuerpo, lo enloquecían. La volteó contra la pared y paseó su segunda cabeza sobre sus nalgas, lamío con lascividad su espalda mojada, y tomó con locura contenida aquellos pechos que por tanto tiempo lo habían vuelto loco. Una vez más jugueteó con los firmes y duros pezones, recorrió la voluptuosa forma simétrica de aquella obra de arte, la manipuló a su voluntad y la hizo ceder bajo la presión de sus dedos. Puso otra vez su linda carita de putita hacia él, admiró la gloria de su cuerpo, y la volvió a besar alocadamente. Lloró de felicidad al sentir como ella le devolvía el beso con una demencia multiplicada diez veces la de él. Desvió su atención hacia la maravilla de sus tetas, que lamió con desesperación, como intentando secarla del agua que continuaba cayendo de la ducha. Finalmente, hizo acopio de todo su voluntad y dejó en paz sus senos. Ella lo miró con una expresión de pena. Harry le abrió las piernas y pasó la lengua por los labios de su concha por un rato, pero evitando que ella llegara al orgasmo. Tomó la cabeza circuncidada de su pene y la puso en la entrada de su vagina. Ella lo miró llena de ilusión, extremadamente feliz, gimiendo "amo amo amo por favor ya ya ya". Pero Harry, recurriendo a toda su fuerza de voluntad, se detuvo, y ella lo miró al borde de las lágrimas. Harry cerró la llave de la ducha y se echó sobre ella, sintiendo el suave apoyo de sus senos mojados. Sin previo aviso, la sacó de la ducha y la llevó a su cuarto, donde arrojó su glorioso cuerpo mojado sobre sus sábanas. Harry perdió la respiración por un momento, cuando contempló el extraordinario cuerpo de la chica con la que había soñado durante años, mojado de pies a cabeza, mirándolo, aplastada por el deseo lascivo e infundado de su pene. Era la escena más deliciosa que hubiera visto en su vida. No lo pudo soportar más y la tumbó con las espaldas contra su cama, y le levantó las piernas para ver mejor su vagina. De nuevo, tomando su tiempo y saboreando cada instante, Harry llevó primero la cabeza de su pene y la acercó a su premio mientras que ella jadeaba por la espera. Primero entró lentamente la cabeza, y finalmente, después de una terrible agonía para la esclava, entró el tronco de carne entero, y Harry, explotando de felicidad, rió cuando después de tanto negarselo, al fin y al cabo no era un sueño: él, el sucio Harry, acababa de introducir por completo su pene dentro de la chica más deseada de su escuela. Empezó a empujar; parecía no tener fin el ataque que hacía temblar a la esclava, que gemía como puta en celo. Harry apenas podía concentrarse en chuparle los pezones, requería un terrible esfuerzo de su parte la penetración y chuparle las tetas al mismo tiempo, pero lo lograba. No podía creer que su inutilizado pene estuviera siendo comprimido por las estrechas paredes internas de la vagina de ella, parecía que después de todo no era virgen, como él había supuesto, pero que tenía un kilometraje bajo, su concha estaba demasiado apretada, le asfixiaba la pinga y se le hacía difícil metérsela, pero a pesar del dolor, Harry continuaba.

Harry mantuvo a raya su semen todo lo que pudo, pero después de un rato supo que había alcanzado su límite, y le dijo muy claramente que iba a descargar toda su leche dentro de ella, que le respondió que se apresurara y la rellenara como piñata. Harry se contuvo unos momentos más para volver a intentar creer que estaba a punto de descargar su semen dentro de la vagina de aquella diosa. Con un grito, Harry liberó una terrible descarga de trillones de espermatozoides dentro de ella, colmando su vagina. Ella se sacudió y soltó unas lágrimas. Harry se quedó sudando admirando su obra concluida. Se echó sobre ella y la volvió a besar, sintiendo el húmedo tacto de sus pechos. Seguía sin poder creer que acabara de descargar todo su deseo en forma de espeso chorro blanco dentro del lugar más prohibido de ella. Sabía que su concha estaba colmada de su semen.

Subscribe