Harry escucha el timbre del recreo con esperanza. Con el corazón dando brincos, se guarda su comida en los bolsillos con rapidez. Suspira tranquilo, ella aún no ha salido del salón. Sin mostrar ansiedad, él espera y la ve salir. Se relame y toma su punto estratégico. Ella se sienta a conversar con sus amigas, cruza las piernas, y en el momento en el que las levanta, deja entrever el blanco de sus bragas. Harry se relame de nuevo y se dispone a comer. En la hora de clase, pide un momento para ir al baño y se soba furiosamente la pija, soltando un chorro blanco que choca contra la pared. Se siente más tranquilo, pero al mismo tiempo está frustrado y furioso.

Al llegar a su casa, se echa en la cama, se cambia y grita de frustración. Muchos años habían pasado desde el primer día que soñó con violarla. Ya faltaban tan sólo 4 semanas para que acabara quinto de secundaria, y sus esperanzas parecían ser ya cosa del pasado. Prendió su computadora y decidió distraerse con algo de buen porno. De repente, se abre un fastidioso pop-up. Cuando trata de cerrarlo, se da cuenta de que no puede. Dice: "La compañía que cumplirá tu sueño erótico". Está un poco desesperado, así que hace click. Se abre una ventanita de conversación y un extraño lo saluda. Como no tiene nada mejor que hacer, él le responde y le pregunta que quiere. El extraño le explica que su compañía se especializa en cumplir las fantasías eróticas de la gente, sin importar lo difícil que sea. Dijo que podía pedir lo que se le viniera en gana. él decide probar, y le cuenta su sueño de tirar con su compañera de clase. El tipo le responde con muchos "jaja" y le dice que es lo más fácil del mundo, y que no le iba a costar mucho.

Harry pasa los sigueintes dos días meditando: un extraño había tocado a su puerta y le había entregado un tarro con un líquido blanco. "Tómalo, luego necesitas hacer que ella tome una sola gota de tu semen, y la tendrás a tus pies durante 1 año entero". había dicho. Por supuesto que al principio no había creído, pero al pasar los días y al ver como el día de graduación se acercaba, una noche se decidió y tomó de golpe aquel misterioso líquido. Tenía un sabor muy dulce.

La mañana siguiente llega al colegio lleno de ansiedad. En la hora de recreo, Harry se escabulle con el agua de ella, va al baño y eyacula en la pared como siempre. Toma un poco y mete el dedo en el agua. Ya verá que sucede. Deja el agua en su sitio y la observa tomar un largo trago. Poco a poco, Harry se da cuenta de que ella se pone cada vez más nerviosa. Va en más de una ocasión, y el eufórico e incrédulo Harry nota repetidas miradas furtivas a su pinga. Sigue sin poderlo creer.

Ya sólo falta una hora para irse a casa. Harry no lo soporta más y decide ir al baño. Cuando sale, nota que ella también pide permiso. Harry entra a un cubículo, y espera. Un minuto más tarde, ella entra, jadeando y tragando saliva. Le baja los pantalones a Harry y acaricia su pinga. Se agacha, pero Harry la detiene, la empuja contra la pared y le dice: "tienes que suplicar"; ella tiembla desesperada a punto de romper a llorar. Se vuelve a agachar y suplica: "por favor amo deléiteme con el exquisito sabor de su pene, amo por favor tenga piedad de esta perra inmunda que solamente quiere probar el sabor de su exquisito semen"...

El boquiabierto Harry se baja los boxers, la toma del cabello y ella comienza a chupar. ¡Dios era una experta! enrollaba la cabeza con su lengua, acariciaba con velocidad, se la metía completamente en la boca, besaba, jugeteaba... No podía creer que ella, la chica con la que había fantaseado por tantos años, se estuviera comiendo su verga con una hambre y furia incontrolable. Sintió que se venía. Apartó su cabeza y le dijo que se quería venir en su cara. Ella cerró los ojos y puso el rostro muy obediente mientras que Harry se la sacudía frente a ella. Finalmente, dió un leve gemido y vió como el largo chorro salió volando de la cabeza de su pija hacia la linda cara de ella, manchándola de blanco. La volvió a empujar contra la pared y le dijo a la muy puta que se quedara quieta, sacó su celular y tomó varias fotos. Recostada contra la pared del pestilente baño de hombres, con una expresión de extrema felicidad coronada por su linda tez totalmente cubierta por manchones blancos, con las piernas levantadas y dejando entrever que ese día, sus bragas eran rosadas. Así eran las fotos que tomó. Harry metió la cabeza en medio de las piernas de ella, y acercó su nariz a su sexo, paseándola por los labios de la concha de la suspirante zorra, a través de la empapada tela rosada. Olía riquísimo. Harry la volteó de espaldas y la abrazó, apoyándose en la pared, tomando sus tetas. Procedió a quitarle la fastidiosa chompa y desabrochar su blusa blanca, salpicada por unas cuantas gotas de chele. Le arrancó el sostén y se maravilló. Aquel par de tetas era exactamente todo lo que había soñado: eran voluptuosos y simétricos, y sus pezones eran redondos y rosaditos. Eran suaves al tacto, y sus pezones se pusieron duros a la primera chupada. Jugeteó con aquel irresistible par de tetas por un rato, la visión del lindo rostro de ella cubierto de su semen le excitaba demasiado.

Harry detuvo su juego y le pidió a la golfa que le hiciera una rusa, el sueño de toda una vida. No podía dejar de creerlo cuando la vió asentir con la cabeza muy sonriente, y cuando sus tetas atraparon su verga en un suave abrazo, lloraba de felicidad. A veces, ella paraba, cogía uno de sus duros pezones y acariciaba la punta de su pene. A pesar de su suavidad, la fuerza y la pasión con la que esas dos exquisitas y redondas tetas aplastaban su pene era la cosa más rica del mundo. Un rato pasó, y Harry sintió una sensación familiar. La volvió a empujar contra la pared del baño, y le ordenó que se quedara quieta y no cerrara los ojos. Esta vez, la gran descarga seminal de Harry impactó contra su pecho, mojándola otra vez. Y otra vez Harry sacó su celular y tomó muchas fotos. Se dió cuenta de la hora, y se apresuró a meter el sostén en sus pantalones. Antes de irse, volteó, se acordó de algo importante. Levantó sus piernas de la chica y le sacó lentamente el calzón rosado, que estaba mojado. Harry abandonó al objeto de su deseo en el cubículo del baño de chicos con la cara empapada de semen y las tetas bañadas de blanco, jadeando como la zorra que en realidad era, con la vagina goteando, sin ropa interior, y lamiéndose la cara con una loca excitación. "Te espero en el portón, no te demores", fue lo último que le dijo.

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