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Secuestro

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No tuvo tiempo de considerar una idea tan demencialmente genial. Antes de saberlo, no podía hablar, no podía moverse; estaba fuertemente anulado por una mordaza y un par de esposas en su propia cama matrimonial. Su todavía más sorprendida esposa solo pudo emitir un rápido grito de sorpresa antes de que se diera cuenta de que la Esclava le apuntaba con una pistola, desnuda bajo el chorro de agua de la bañera. Con un poco más de tranquilidad hubiese recordado la inutilidad de la pólvora mojada, pero no ese momento. 

La Esclava la amarró a las patas de la cama y se puso a contemplar la escena. Quería más. 

Le desgarró la ropa a la horrorizada mujer hasta dejarla como vino al mundo. Por donde la viese, era un magnífico ejemplar. Sus instintos empezaron a despertar una vez más; el paliativo del esposo estaba agotándose, tenía hambre otra vez. Como una niña que descubre algo nuevo, comenzó por palpar la tierna vulva. En verdad, estaba descubriendo un nuevo placer. 

El hombre fingía que trataba de liberarse mientras miraba con mucha excitación como su sorpresiva amante le devoraba el coño a su mujer, que gemía como una puta en celo. La conocía lo suficientemente bien para darse cuenta de que lo estaba disfrutando más que él. 

Lo cierto era que el mojado cuerpo esbelto y voluptuoso de aquella adolescente recorría las curvas del suyo con una pasión descontrolada, y la forma en la que la besó le hizo tener un orgasmo bestial como no lo había tenido antes. La sensación de aquellos bellos senos sobre los suyos le hacía temblar los labios, pues apenas podía contener comportarse como una puta ante su esposo. Lo mejor que podía hacer era fingir que se había rendido, y contener con todas sus fuerzas sus ganas de gritar de placer cuando aquella extraña le succionaba los pezones...

Al hombre le taparon los ojos cuando su esposa se desmayó tras el tercer orgasmo. Harry entró a la casa y no pudo evitar tirarse una paja en la boca de aquella mujer. Tenía el presentimiento de que sería otra desde ese día en adelante. En total, se robaron todo el dinero que pudieron encontrar y la ropa que "serviría para propósitos futuros". Harry terminó de rodar, tomó unas fotos finales y se retiró sumamente satisfecho. Por su parte, la Esclava estaba aún insatisfecha, pero había descubierto una nueva vía de placer, y también se retiró feliz con la ropa que acababa de robar.

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